Biografía de Alfredo Espino
Alfredo Espino: el poeta que ascendió con las alas del romanticismo
Tuvo una vida corta, pero ha edificado un legado casi eterno en la literatura salvadoreña y centroamericana.
Alfredo Espino es, sin dudas, el poeta más representativo del romanticismo salvadoreño, cuya obra puso en palabras líricas toda la belleza natural del territorio salvadoreño.
¡Dos alas!… ¿Quién tuviera dos alas para el vuelo?
Esta tarde, en la cumbre, casi las he tenido.
Desde aquí veo el mar, tan azul, tan dormido,
que si no fuera un mar, ¡Bien sería otro cielo!…
(Poema “Ascensión”, de Alfredo Espino)
Hablar de poesía en El Salvador es hablar de un solo nombre: Alfredo Espino. Sin lugar a dudas, Espino se ha convertido en el poeta más representativo de la lírica salvadoreña, posicionándose como uno de los literatos más reconocidos de El Salvador y de toda Centroamérica.
Su poesía siempre estuvo cargada de todos los elementos claves del romanticismo, centrándose en exponer la belleza natural de El Salvador, alimentando su pluma de los paisajes propios del entorno y el Medio Ambiente del suelo salvadoreño.
Los 28 años de una voz apagada por el suicidio
Alfredo Espino nació en Ahuachapán, en 1900, con el nombre de Edgardo Alfredo Espino Najarro. Fue criado en el seno de una familia numerosa, siendo el segundo de ocho hermanos. Era hijo del también poeta Alfredo Espino, miembro de una destacada dinastía de profesores, médicos y escritores.
Desde muy joven, Espino recibió una buena formación académica que finalizó en 1927, graduándose como Doctor en la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad de El Salvador, gracias a una excelsa tesis sobre Sociología Estética.
A muy temprana edad, Espino comenzó a publicar sus poemas en colaboraciones literarias para la revista Lumen y para el semanario Opinión Estudiantil. Además, gozó de un espacio de publicación en los periódicos La Prensa y Diario de El Salvador, lo que rápidamente expuso su calidad lírica.
Espino tuvo una corta vida (tan solo vivió 28 años), la cual estuvo plagada de episodios bohemios y de frecuentes crisis alcohólicas, las cuales lo llevaron a sufrir una seria crisis de depresión profunda que lo condujo al suicidio antes de cumplir los 30 años de edad, muriendo en el departamento de San Salvador.
Un día ¡primero Dios!
has de quererme un poquito.
Yo levantaré el ranchito
en que vivamos los dos.
(Poema “Un Rancho y Un Lucero”, de Alfredo Espino)
La Ascensión de “Jícaras Tristes”
Sus restos fueron sepultados en primera instancia en el Cementerio General de San Salvador. Sin embargo, fueron trasladados a la llamada Cripta de los Poetas, en el cementerio Jardines del Recuerdo.
Publicó una única obra llamada “Jícaras Tristes”, la cual fue posible gracias a la colaboración de varios de sus amigos, quienes reunieron su material y lo fueron encasillando en una colección de poemas que, hasta el día de hoy, es una de las obras más estudiadas en centros educativos y universidades de toda Centroamérica.
Su padre fue quien lideró la publicación de su obra, las cuales fueron llevadas a una imprenta, donde se imprimió el primer tiraje de Jícaras Tristes. Para la publicación de su obra, el célebre escritor Alberto Masferrer aceptó realizar un texto de análisis, a manera de entender a una de las mentes más brillantes de las letras salvadoreñas.
La obra fue publicada en 1932 en el diario Reforma Social. Para 1936, a causa del impacto que tuvo la publicación, se recopiló el material y se logró diseñar a manera de libro, reuniendo mucho más material del autor y convirtiéndolo en la obra más representativa de la poesía de El Salvador.
Es porque un pajarito de la montaña ha hecho,
en el hueco de un árbol, su nido matinal,
que el árbol amanece con música en el pecho,
como que si tuviera corazón musical.
(Poema “El Nido”, de Alfredo Espino)
Alfredo Espino, el poeta enamorado de la naturaleza
La poesía de Alfredo Espino es una mezcla de romanticismo y expresión mesurada. En líneas generales, Espino no es un poeta que le cante a las artes, al amor o al humanismo. Su material se concentra en la exaltación de la belleza del Medio Ambiente y en una conexión profunda con los sentimientos que evocan los paisajes naturales de El Salvador.
La mayor parte de sus poemas son odas y canciones a elementos naturales de la región de Cuzcatlán. Algunos analistas creen que esto se debió al haber crecido en la zona occidental, en el departamento de Ahuachapán, una de las regiones montañosas más importantes del país.
Espino prefirió siempre la sencillez en su métrica y en sus versos, buscando siempre formas tradicionales de presentar su lírica y basándose en la escritura de sonetos y versos, aunque en algunos momentos fue presa del verso libre.
Sus poemas evocan árboles, pájaros, plantas, montañas, paisajes naturales, flora y fauna propia de El Salvador y también sentimientos humanos, presentando versos en los que es fácil percibir cómo Espino veía sentimientos en la naturaleza y percibía emociones en todo lo que nos rodea.
Algunos de sus poemas más importantes son: “El Nido”, “Ascensión”, “Manos de mi Madre”, “Árbol de Fuego”, “Un Rancho y Un Lucero”, “Los pericos pasan”, “Cañal en Flor”, “Después de la Lluvia”, entre otros.
Son tan vivos los rubores
de tus flores, raro amigo,
que yo a tus flores les digo:
«Corazones hechos flores».
(Poema “Árbol de Fuego”, de Alfredo Espino)
El poeta que todos estudian y aprecian
Cada uno de estos poemas tiene una fuerte dosis de paisajismo literario. Todos ellos han sido acogidos con entusiasmo por los lectores salvadoreños, sobre todo, debido a la conexión que los versos de Espino crean entre el lector y su naturaleza, logrando que se perciban los paisajes naturales a través de sus palabras, sin necesidad de estar presentes en ellos.
Rápidamente, Jícaras Tristes se convirtió en un libro de culto para los amantes de la poesía y en un material de estudio para estudiantes universitarios y escolares. Además, Espino es considerado como uno de los autores clásicos de la Literatura Centroamericana.
La tarde despierta de su sueño,
cuando la alígera nube despunta cantando…
Una nube de alas… una alegre nube que baja, que sube…
Son ellos. Se alejan entre llano y cielo.
Son las esmeraldas de un collar en vuelo…
(Poema “Los Pericos Pasan”, de Alfredo Espino)
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