Resumen de la Guerra de las 100 Horas
La Guerra de las Cien Horas: El Salvador, Honduras y un conflicto que se conoció como “La Guerra del Fútbol”
Mientras El Salvador vencía 3-2 a Honduras en Ciudad de México y ganaba su boleto a su primera Copa del Mundo, en suelo centroamericano se producía un conflicto que dejó más de 6,000 fallecidos y más de 10,000 heridos, en un conflicto que nada tuvo que ver con un partido de fútbol.
Cuando el cronista polaco Ryszard Kapuściński y el periodista jamaquino Bob Dickens nombraron la guerra entre El Salvador y Honduras de 1969 como “La Guerra del Fútbol”, no imaginaron que, muchos años después, aún se seguiría pensando que, efectivamente, el conflicto bélico entre ambas naciones centroamericanos se debía a un encuentro deportivo.
El nombre poco tiene que ver con la realidad y responde únicamente a una paradoja que se produjo en ese contexto social de ambos países: mientras El Salvador vencía a Honduras 3-2 en México y avanzaba a la Copa del Mundo de México 1970, en suelo centroamericano se producía un evento que dejó más de 6,000 fallecidos, más de 10,000 heridos y cerca de 20,000 personas en un limbo migratorio.
Si no fue el fútbol, entonces ¿qué causó “La Guerra de las Cien Horas”?
Pero “La Guerra del Fútbol” no es el único nombre que se recibe esta página de la historia centroamericana. También es conocida como “La Guerra de la Cien Horas”, título más acorde a la realidad.
El conflicto ocurrió entre el 14 y el 18 de julio de 1969, específicamente entre El Salvador y Honduras, donde los salvadoreños obtuvieron una victoria militar, pero que dejó serias consecuencias políticas que, aún hasta hoy, dejan su huella.
La guerra fue breve, pero contundente. En este conflicto se dejó en evidencia las diferencias entre ambos países que, pese a ser vecinos geográficos, tuvieron desencuentros que fueron escalando de proporciones hasta terminar en un conflicto armado donde usó armamento pesado y hasta elementos de la aviación estadounidense.
La tensión entre El Salvador y Honduras inició de forma diplomática. La situación social de ambos países, donde sus respectivos gobernantes buscaban salidas que favorecían más a las clases sociales dominantes, comenzaron a generar contiendas sociales que afectaban la economía de ambas naciones.
La mayoría de la población en Honduras y El Salvador se conformaba de agricultores y trabajadores de la tierra. Sin embargo, los gobernantes de ambos países inclinaban sus medidas para proteger los intereses de los grupos políticos y económicos más poderosos de la época, aunque estos no representaban ni el 10% de la población.
De esta forma, los grandes hacendados controlaban la dinámica de estos países y se apropiaron de la mayor parte de la tierra cultivable, sobre todo en El Salvador. Esta situación se intentó corregir desde 1920, pero, al final de cada intento, las políticas de distribución equitativa de tierras eran olvidadas.
Esto comenzó a provocar el fenómeno que detonó el conflicto: los campesinos salvadoreños comenzaron a migrar hacia regiones de Honduras cercanas a la frontera entre ambos países, aunque, realmente, el problema no era la migración, sino el hecho que, aunque El Salvador equivale apenas al 20% de la extensión territorial de Honduras, su población era mucho más numerosa, alcanzando en 1969 hasta 3,600,000 salvadoreños.
Con esta migración, El Salvador encontró una solución al problema de la sobrepoblación que ya vivía. Sin embargo, para Honduras, esto agudizaba su propia crisis, ya que, con más agricultores, había más demanda de tierras y de espacios de trabajo.
A esto cabe mencionar un detalle importante: la mano de obra salvadoreña estaba mucho más calificada que la hondureña, debido a que el desarrollo de la agricultura en El Salvador era más avanzado que en Honduras.
De la migración de campesinos al estallido de la guerra
Para 1969, había 300,000 campesinos salvadoreños viviendo en Honduras, formando casi el 20% de mano de obra rural de dicho país. Para las élites en El Salvador, esta un golpe de suerte porque eran menos jornaleros que pagar y esto aplacó las demandas de la distribución equitativa de tierra y de espacios de trabajo.
Sin embargo, Honduras no tardó en sentir el impacto negativo de este contexto. Los granes terratenientes hondureños comenzaron a vivir la presión social de enormes grupos de campesinos hondureños sin tierras, lo que llevó al entonces presidente de Honduras, Osvaldo López Arellano, a realizar una reforma agraria que no afectara a sus terratenientes.
El gobierno de Honduras decidió que expropiar las tierras de los salvadoreños que habían vivido más tiempo en Honduras y expulsó a varios jornaleros salvadoreños que habían llegado a residir a Honduras, generando redadas y persecución masiva que estuvieron a cargo de “La Mancha Brava”, un grupo paramilitar surgido en este contexto.
La Mancha Brava asesinó y aprisionó a gran cantidad de salvadoreños en la frontera, produciendo un regreso masivo de salvadoreños en su país. Aquí es donde el verdadero conflicto por fin estalló.
El inicio de “La Guerra de las Cien Horas”
Esta situación produjo una tensión entre ambos gobiernos, avivada también por los conflictos que la sobrepoblación generaba de nuevo en El Salvador y el que las persecuciones de salvadoreños provocaban en Honduras.
Los medios de comunicación en ambos países también hicieron su parte. Las campañas de odio hacia los salvadoreños en Honduras comenzaron a dejar su huella, provocando un odio encarnizado entre ambas sociedades.
Esta situación hacía que los conservadores en el poder de El Salvador vieran en la expulsión de salvadoreños una amenaza de conflicto seria: más campesinos igual a más pensiones socioeconómicas, algo que afectaba sus intereses directamente.
En este contexto, el gobierno de El Salvador salió al paso y pidió la intervención de Honduras para detener el accionar de La Mancha Brava. Esto nunca pasó y, entonces, El Salvador decidió que era hora de actuar militarmente, ordenando el despliegue de tropas salvadoreñas en el área fronteriza con Honduras, el 14 de julio de 1969.
Junto a la invasión militar, El Salvador desplegó también su fuerza aérea. Un pelotón salvadoreño capturó la guarnición fronteriza de Ocotepeque, en Honduras, y otro contingente se desplazó a través del paso de El Amatillo.
La aviación salvadoreña bombardeó los aeropuertos de La Mesa y de Toncontín sin mucho éxito (los disparos de bombas no dieron directamente en el blanco señalado) pero sí provocando la zozobra entre la sociedad hondureña.
Al verse atacados, los hondureños desplegaron también su fuerza militar en el Puerto de Acajutla y en el Aeropuerto de Ilopango, donde sobrevoló parte de la fuerza aérea hondureña, bombardeando la zona, también sin mucho éxito.
El ataque salvadoreño no se detuvo y el 15 de julio de ese año, la Fuerza Aérea de El Salvador atacó la ciudad de Ocotepeque junto a un batallón numeroso de la Fuerza Armada, tomando la ciudad y dando un golpe militar fulminante en este conflicto.
OEA al rescate y una guerra que llega a su fin
Al ver todo lo ocurrido, la Organización de Estados Americanos (OEA) negoció un algo al fuego el 18 de julio, el cual entró en vigor el 20 de julio de 1969. El Salvador exigió el cese de la persecución de sus campesinos, pero la OEA veló porque esos campesinos desalojaran suelo hondureño al instante.
A pesar del cese al fuego, la intervención militar de El Salvador permaneció hasta el mes de agosto, momento en que la situación bajó de sus niveles más altos de tensión militar, a negociaciones sobre la mesa con la actuación de las fuerzas diplomáticas.
Con la guerra finaliza oficialmente el 18 de julio, ambos países comenzaron a reamarse militarmente. Sin embargo, tras las negociaciones diplomáticas de agosto, El Salvador y Honduras acordaron el cierre total del conflicto. La victoria militar, claramente, había sido salvadoreño. Pero las consecuencias, también se vivieron más en suelo salvadoreño.
La guerra tuvo una consecuencia inmediata: el cierre del Mercado Común Centroamericano. Con esto, la economía salvadoreña, más industrializada que la hondureña, ganó terreno, pero, a su vez, restó oportunidades a los campesinos, los que representaban la mayor parte de la fuerza laboral de este país.
El conflicto dejó la escala militar, pero permaneció en una escala política, hasta que ambos países firmaron un Tratado General de Paz, en Lima, Perú, el 30 de octubre de 1980, más de una década después del conflicto. Este acuerdo se generó luego que ambos protagonizaran otra disputa que la Corte Internacional de Justicia resolvió en favor de Honduras: la disputa de Los Bolsones, unos 450 kilómetros cuadrados de tierra ubicado en la frontera entre ambos países.
Ahora sí: “La Guerra del Fútbol”
Mientras Centroamérica convulsionaba, El Salvador y Honduras tenían también otro conflicto totalmente fuera del plano militar y del área política: se encontraban cara a cara buscando un boleto hacia la Copa del Mundo de México 1970.
La serie se disputaría a dos partidos, uno en cada país, donde el que ganara los dos encuentros sería el clasificado. El primer partido se disputó el 8 de junio de 1969 en el Estadio Nacional de Tegucigalpa, en Honduras, donde los locales vencieron 1-0 a los salvadoreños.
La vuelta se jugó el 15 de junio de 1969, un mes antes de que estallara el conflicto, en el Estadio Flor Blanca, de San Salvador, donde, con una mágica actuación de una selección considerada “histórica”, El Salvador goleó 3-0 a Honduras, obligando a la disputa de un tercer y definitivo juego.
Éste se llevó a cabo el 27 de junio de 1969 en la Ciudad de México, donde El Salvador derrotó 3-2 en un agónico partido y con un gol que desató la locura salvadoreña al verse clasificados a su primer mundial.
Los disturbios no se hicieron esperar tras el encuentro. Además, nuevamente, los medios de comunicación hicieron su papel al combinar el resultado deportivo con la coyuntura política, lo que provocó que los salvadoreños en Honduras fueran vistos con odio y menosprecio, agravando la antipatía que de por sí se sentía hacia ellos.
El resto es historia conocida: las tensiones políticas aumentaron y la intervención militar comenzó. Pero, en la memoria de muchos, aún habita la idea de que todo ese conflicto, el cual dejó cerca de 15,000 heridos y de 6,000 fallecidos, se originó por los goles de Ramón “Mon” Martínez y Mauricio “Pippo” Rodríguez.
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Maximiliano Hernandez Martinez